Si
nos remontamos a los inicios del cine descubrimos esta obra maestra dirigida
por David W. Griffith. Es una de las primeras películas (si no la primera) que rompe
con la linealidad, y que más allá de reflejar imágenes de la realidad, utiliza
el cine para transmitir una idea, en este caso la intolerancia. El director
cuenta a lo largo de tres horas de film mudo cuatro episodios diferentes en
cuatro épocas diferentes. El punto en común es el tema: el amor y la intolerancia.
Para unir las historias utiliza una imagen de una señora acunando un niño.
Historia
1: Caída de Babilonia 539 a.C.
Historia
2: Jerusalén, La Pasión de Cristo. Año 33
Historia
3: Matanza de los Hugonotes en París. 1572
Para
la época en la que se realizó cuenta con un grandísimo y espectacular
despliegue de medios, grandes decorados, miles de extras y todo lujo de
detalles en el vestuario.
Me
pareció muy curioso que al principio de la película el propio director explica
a los espectadores lo que va a ocurrir, cómo está montada la película y cómo se
van a entrelazar las cuatro historias. Hoy en día a ningún director se le
ocurriría explicar el montaje, ni su porqué, porque somos ya un público con 100
años de experiencia en cine, pero claro, en 1916 asistir a la narración de
cuatro historias simultáneas era una total novedad.
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